jueves, 18 de noviembre de 2010

Por algún lugar, haciendo algo, que a alguien supongo importará.

Una vez en plena soldadura tuve una alucinación producto de un bajón de azúcar.

Parece una estupidez pero en gravedad cero y a 170 mil años luz de tu departamento, no es algo recomendable.
Me vi igual a mi alrededor. No fue una sensación del tipo "Soy parte del todo". No. Ni ahí.
Simplemente yo era yo y todo lo que estaba arriba, abajo a la izquierda y a la derecha mio era igual a mi. No un "mi" fisico. Eramos todos como de la misma especie. Cosas, que están ahí.
Como si fuesemos todos empleados del mismo rango en una gran oficina cósmica.
La verdad debe de haber sido un poco humillante para algun planeta o gran astro, pero para mi fué un poco incómodo.
O sea, se tornó mas incómodo cuando volví de esa sensacion y tuve que seguir con la soldadura del bendito fuselaje.
Es extraño sentirse un nadie en el espacio, un insignificante peón espacial.
Claro que suena ridículo esto pero todos nos tomamos el término astronauta como "OH, QUE TOP", la cima de la humanidad, un priviliegiado que conoce o conocerá el cosmos y verá la tierra desde el espacio.
Si, por supuesto que eso es hermoso, pero luego de la visión caí en cuenta que soy un empleado más del cosmos, un don nadie aquí también, a pesar de los titulos. Uno más haciendo algo en el infinito.

Luego de eso me replanteé muchas cosas.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Pequeñas notas. Tercera orbita a la tierra.

Mirar por la escotilla de la nave es la confirmacion irrefutable de que Dios no existe. O que por el momento anda en otro lugar. Nauseabundamente lejano. Dando material para escribir algún libro sagrado de alguna civilizacion lejana. Enardecido con el mal comportamiento de esa especie. Aprendiendo de sus propios errores, mejorando seres vivos.
Olvidando a su antigua creación.
Olvidándonos.
Dejándonos al azar.