martes, 9 de diciembre de 2008

Dedicado a todos los que me soportaron este año.

La cuestión va mas o menos así; tuve dos días enteros una paloma en el sótano de mi casa. Por sótano entiéndase un espacio de un metro de alto, por debajo de los pisos de madera.

En verdad esto es un resumen del año, y pensé que no he leído muchos resúmenes anuales que empiecen con una paloma encerrada en un sótano.

Tampoco entiendo bien porque la gente elige esta época del año para hacer balances cuando lo mejor seria hacerlo en enero, ya que la guinda del año terminan siendo los eventos familiares.

Al fin y al cabo llegué casi a fin de año.

 

Paradojas circulares.

 

En teoría la vida es un camino largo y con obstáculos, como diría cualquier aforista mediocre. ¿Pero camino recto? ¿Con obstáculos distintos? ¿Un pedo caliente es cagarse?

Este año comenzó en noviembre del año pasado, 2007. Con mis padres tomando la decisión de mudarse a mi ciudad natal luego de realizar los tramites de jubilación de mi viejo.

 La idea (de consenso y nuestra) estuvo basada en el hecho de que sus años dorados serian ideales en la ciudad donde vivo, la que fué la piedra fundacional de esta familia y donde poseen dos casas.

El lugar era mi vivienda (propiedad de mis padres) la cual después de cuatro años estaba llegando a ser una casa.

Donde escribo ahora es la casa de mi niñez y adolescencia, alquilada hace tiempo por un humanoide que la utilizaba de depósito de muebles y para observar como se deteriora una propiedad si uno no la mantiene. Tambien para poner a prueba el sistema legal en lo que se refiere a estafas contractuales en alquileres.

Resumen; mis viejos se volvían a Azul, yo me mudaba a la casa del centro, no renovándole el alquiler al humanoide, y de ahí una gran zapada karmica con tintes arabescos.

En cuatro años estuve a punto de independizarme económicamente, tantas veces que no lo logré jamás. Con fé, paciencia, laburo y tolerancia. Al punto que preferiría dinero antes de la canonización.

 

Primer circulo paradojal.

 

Tres meses me llevo lograr la devolución de la casa en manos del humanoide entongado con el “agente inmobiliario”. Tres meses para encontrarme con algo, mi casa,  al borde del derrumbe o de la similitud a una obra conceptual inspirada en los bombardeos nazis a Londres. Pero volvía al hogar concretando los sueños que me arrancaron la piel todos los años que dormí en capital mientras estudiaba a la vez que  vivía con mis viejos o viceversa.

Al principio el proceso de reconstrucción fue sin presupuesto ni obreros (salvo una mano magistral de el Leo, un gran amigo), solo ahorros de lo que pudieron ser unas vacaciones en algun pais frutal y negado de carne bovina.

Mudé el ultimo mueble el mismo dia que llego el camion con las pertenencias de mis viejos a mi ex casa. Asi de justo en tiempo y forma.

Gran parte del año estuve sin gas y apuntalando la gran casa y la ex casa ayudando a mis viejos a ordenar sus cosas.

Luego empecé a sacar interminables capas de empapelado, mugre, restos de cosas, pintar y demás quehaceres tediosos que uno realiza cuando le dejan una propiedad similar a Kosovo.

Seguía sin lograr ingresos económicos en la misma medida que me esforzaba cada vez más en ayudar y ayudarme. Y pensé que estaba bien.

En algun punto determiné que no entraba guita porque no la generaba, pero que mis viejos me bancasen era una especie de derecho de piso por el laburo efectuado.

O sea, no toqué el Photoshop pero tuve todo el año el culo lleno de pintura, enduido, y empapelado.

Sin un mango salvo el esencial (y cuando digo esencial es estricamente esencial) aportado por mis viejos.

Ese fué el primer circulo. Trabajé, mis viejos me bancaron, recauchute la casa a un precio que en equivalencia con gente que se dedica a eso es irriosorio.

 Pero esto no solucionó mi situación ya que hice un bien “no esperado” ni primordial, no dejé contento a nadie y eso generó mas roces en la ruedita de hamster mal aceitada de mi 2008.

 Nadie quería que arregle mi casa, parecía que todos deseaban de buena leche que trabaje y gane dinero viviendo en una casa hecha mierda. Por más que lo hubiese deseado el año laboral para mi profesión, en todo ámbito, fué un asco. No sólo para mí sino para la disciplina en general.

 

Circulo paradojal 2.

 

Esta casa albergó a mis viejos y a mis hermanos, cuando se estaban por ir a estudiar aparecí yo. Al terminar el secundario migramos a capital y la casa pasó por una cantidad de manos sin pulgares opuestos sin precedentes y un numero de estafas repetitivas en forma de contratos de alquiler redactados sin vaselina.

Mis hermanos siempre odiaron esta casa. Mi viejo siempre adoró su consultorio en la parte delantera. Mi vieja no sé. Yo siempre la quise, querer de apreciar, no de obtener.

Jamás se me cruzó por la cabeza apropiarme de la casa, es más la idea era alquilar la parte delantera donde antes hubo un consultorio y una sala de espera, para aportar un ingreso. Esto lo tuve presente hasta después de la catorceava capa de empapelado y quinto picaporte roto. Lo olvidé por un segundo pero lo tuve asumido.

Lograr ese alquiler no fué ni sigue siendo tan fácil. Y cuando se presentó una fugaz oportunidad de alquilar TODA la propiedad nadie lo dudo, salvo yo que en vez de dudar, recorde velozmente que no era mi casa y caí en cuenta que entre la calle y la casa no hay una puerta sino una decisión.

O sea estoy en mi casa que no es mi casa, que nadie quiere salvo que dé ganancia, la cual me dejaría en la calle lo que generaría más gastos o en el mejor de los casos muchas más incomodidades. Porque el regreso al hogar paternal es una variante en la ecuación que no se discute.

 

Circulo paradojal 3

 

Increíblemente mi novia en todo este remolino no me dejó, lo cual hubiese sido entendible.

Quizás posea una mala conexión neuronal o me ame realmente de corazón. Me inclino por la segunda, porque no babea ni tiene problemas psicomotrices graves.

 

           

 

Circulo paradojal 4

 

En este período enfermizo de incertidumbre laboral/no laboral en la cual emulaba al caballo de Rebelión en la granja tuve la oportunidad de observar esas pequeñas funciones de teatro cósmico que el universo prepara para mostrarnos una cruel caricatura de nuestras realidades.

Un post de mi blog fué: “Soy Ahab, pero me dejé comer por la ballena para matarla por dentro”, sonaba lindo y desafiante. Metafórico aunque la casa no es blanca. Este lugar cási me mata a mi.

En el teatro cósmico logre ver que la lógica no se cumple aquí, que las cosas desaparecen, que la pintura no pinta y que las cosas se rompen aún siendo nuevas.

Un gato que constantemente se caía un patiecito de luz y quedaba encerrado hasta que lo lograba capturar y llevar hasta el patio grande donde huía saltando la medianera cagado entre las patas.

Logré ver que el trabajo remunerado es una mentira, que el dinero no compra nada que uno precise realmente. Que tener en la cabeza el concepto del desprecio al dinero y la falta de ambición en la realidad actual es algo similar al suicidio. Y que hacer las cosas bien o como deberían ser hechas, no es como se deben hacer las cosas.

Así también descubrí el contradecir todo lo que en teoría esta bien, para hacer todo lo que realmente esta bien. Y esto no da felicidad ni gozo alguno. No da nada. Ni siquiera un buen sueño. Ni orgullo. Y menos reconocimiento ni un ticket canasta equivalente por un poco más de paciencia.

Aun así todavía tengo novia, amigos, cerveza y guitarras. Y es bueno saber que todavía me tienen a mí. Lo digo por mí. O sea que todavía estoy en pie, no que soy la gran cosa.

 

Ahora, porque carajo mencioné a la paloma.

 

A lo largo de este año teatral logré entender que todo lo que entra a esta casa o deja de funcionar bien o se rompe o queda atrapado o muere.

Hace unos pocos días una paloma (cortesía de mi vecino colombófilo) entró a la casa quién sabe por qué. En mi intento de capturarla, emulando al gran Rocky cuando entrenaba tratando de agarrar una gallina, logré que a guiar a una tabla faltante en el piso a este animal de dudosas cualidades mentales amotinandose en una especie de subsuelo inaccesible para cualquier humano que no esté dispuesto a sacar todas las tablas que conforman el piso.

 

Planes de accion para retirar una paloma de un sótano inaccesible.

 

-Desarmar el piso rezando que el sótano no sea una constante en toda la casa.

-Dejar que el ave muera de inanición, lo cual casi fué llevado a cabo, a riesgo de       

             sufrir una cantidad de tiempo eterna un pestilente olor a paloma en estado 

             de descomposición.

-Asesinar a la susodicha, algo imposible ya que no tenia alcance a la misma y

también me pareció algo violento.

-Y finalmente el método elegido; sacar un par de tablas ensanchando el

agujero para que, en un rapto de lucidez animal, su instinto la induzca a salir del

sótano.

 

Nunca pensé que una paloma pudiese estar conforme tanto tiempo en un sótano sin intentar volver a surcar el puto cielo y sentir esa mierda de libertad la cual es simbolizada con su vuelo.

Coloqué las maderas en su lugar y me dispuse a soportar el hedor de su pronta defunción.

Si hubiese hecho un ruido quejoso quizás la hubiese dejado morir, con culpa pero con firmeza.

Esa bosta de animal no hizo un gemido en dos días y eso fue peor que haber tenido un bebe llorando enterrado hasta las orejas. El silencio del puto animal.

Volví a sacar las 3 o cuatro tablas para volver a agrandar el hueco, innove la técnica tirando pan en el medio el mismo y puse una tabla a modo de rampa para que encuentre el camino de salida. Pensé en arrojarle un tríptico con instrucciones pero por desgracia las palomas no tienen fama de ser buenas lectoras.

Ahora que lo pienso; ¿Cómo un animal que es alejado kilómetros de su residencia dentro de una caja, logra volver con un envidiable sentido de la orientación, en perfecto estado a su jaula (provocando así todo un deporte), no puede salir de un puto agujero con una madera a modo de rampa?.

Al día siguiente me levanto y veo la paloma fuera del sótano, media hora después de tediosas persecuciones logré dejarla en el patio. Para descubrir casi 8 horas después que seguía ahí. Vuelta a la persecución y vuelta a la captura. Esta vez la agarré como se debe agarrar a una paloma y la tiré hacia la casa del vecino como se debe tirar una bomba molotov contra un móvil policial.

Voló y gracias a dios se posó sobre el pino de un patio lejano.

 

Como balance final me resta encontrar la forma de borrar de mi psiquis la idea de que soy la paloma idiota que no puede salir de la casa o el gato que se sigue cayendo dentro para que alguien con intenciones, que descarten las culinarias, lo tenga que sacar.

Por el resto no me preocupo porque me pienso quedar en esta casa hasta que se me cante el forro de las pelotas o decida mudarme o me haga millonario o la alquilen y me echen o hasta que me compre una caja de trotyl y luego de haber masacrado la manzana, vuele la casa a la mierda.

Quizás también pueda formar una vida feliz y vivir con lo justo y necesario y seguir teniendo novia, amigos, cerveza y guitarras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desarmar el piso es la mejor opción, como en amores perros...