Lo tenía en la mira. Estaba a menos de dos metros y estaba dándole la espalda. Levantó el rifle y apunto al cuello, justo a la medula. No gatilló. Lo pensó mejor, dio 3 largos pasos hacia atrás y recién a esa distancia le voló la cabeza.
Sacar las manchas de sangre de la camisa hubiese sido demasiado trabajo.
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